El pasado 15 de julio Jhonatan y Alberto celebraron su primer año de matrimonio, en su casa y al lado de sus familiares, amistades y personas que han sido testigos de su amor y cómo este ha prosperado sin importar los obstáculos que aún oprimen la libertad y la legalización de las uniones igualitarias en el Estado de México.
La joven pareja tuvo su primer encuentro en el año 2012…
A través de medios digitales, aunque sería hasta el 2014 cuando pactaron su primer cita, algo tranquilo para empezar, caminar y dejar que sus corazones se conectaran para luego formalizar su noviazgo y posteriormente tomar la decisión de vivir juntos.
Sin embargo Jhonatan, joven impetuoso y adicto a las sorpresas, comenzaría a cimentar el nuevo escalón para su relación. Ingenuamente, comenta, invitó a Alberto a recorrer el centro de Toluca. Entre comentarios y miradas nerviosas terminaron en una tienda con trajes para boda.
Ese mismo día, más tarde, comiendo, platicando y riendo, un nervioso Jhonatan se colocaría en cuclillas y le pediría a su novio, Alberto, compartir sus vidas y buscar la felicidad, luchando uno al lado del otro por su amor. “¿Te gustaría ser mi esposo?”, preguntó Jhonatan, mientras sonaba de fondo “Hasta Mi Final” de Il Divo. Alberto dio el sí.
No obstante, con tristeza y desesperanza, Alberto y Jhonatan tuvieron que hacer lo mismo que cientos de parejas de la población Lésbico, Gay, Bisexual, Transexual, Transgénero e Intersexual mexiquenses que buscan casarse en la entidad: contraer matrimonio civil en la Ciudad de México, toda vez que en el Estado de México las tres iniciativas para su legalización se encuentran congelándose por caprichos del Congreso Local.
Aunque para una pareja que se quiere y compromete, ningún muro fue imposible de romper para cumplir su sueño, el cual, aseguran, deseaban cumplir con gran anhelo. Enojados, cansados, llenos de trámites y hartos de la burocracia, sus esfuerzos rindieron frutos el 2 de marzo del 2016, cuando lograron firmar su acta de matrimonio en la Oficialía Central de la Ciudad de México, como parte de la celebración de las primeras bodas colectivas que tuvieron lugar en la capital del país el día 19 de marzo, donde fueron exonerados de todos los gastos. El momento en que se les entregó el documento que acreditaba su unión legal, con todos los derechos de por medio, es para la joven pareja un instante “hermoso, inolvidable y lleno felicidad”.
Antes de regresar a su estado, los recién casados, fieles a su religión, asistieron a la Basílica de Guadalupe a presentarse ante ella y dar gracias por la satisfacción de haber logrado su objetivo. Un festejo con mole, pastel y la compañía de sus padrinos sería el regalo de bienvenida a la ciudad de Toluca, aunque esta celebración sería el comienzo del verdadero festejo. Jhonatan y Alberto planearon una ceremonia simbólica donde refrendarían su unión en compañía de toda su familia, el día 16 de julio.
Padres y madres de los novios serían testigos fieles de la unión, al igual que sus familiares, incluso niños y niñas pequeñas que, sin ninguna gota de morbo o prohibición por parte de adultos, se concentraban atestiguando el amor de dos hombres.
Una decoración gigantesca, caballeros de honor, manteles y sillas forradas, trajes de gala eran el marco de la festividad. Nunca se imaginaron estar rodeados de tanta gente y verla feliz junto a ellos. Risas con la víbora de la mar, felicidad en el brindis y mucho amor al pronunciar ante su nutrido público sus votos de amor escritos uno para el otro. Hubo anillos, arras, velas e incluso vals con la canción de “El Amor Manda” de María José.
Al inicio de su relación, a Jhonatan no le importó el dinero, el físico o cualquier otra cosa material, sólo los sentimientos, la forma de ser y la mirada de Alberto, sus abrazos y su forma de comunicarse con él, es decir, con el mayor respeto y admiración.
Esposos, amigos y confidentes han sabido salir adelante, acompañados con el cariño de sus seres queridos, a quienes agradecen tantas bendiciones que les han brindado. Ahora, la familia Ortega Jaimes espera realizar más celebraciones de aniversarios, conseguir su casa propia y, lo más importante, “pasar los años juntos hasta estar con el cabello totalmente blanco y con las manos llenas de arrugas y entrelazadas. Es decir, hasta el final”.
Ojalá más personas vean más el amor entre parejas del mismo sexo y menos odio en tratar de impedir que se casen. Ahora esperamos tus comentarios o tu historia.
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